Nuestra nueva normalidad

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Cuando se produjo el gran cambio y puso a mi mujer en el cuerpo de mi hija, pensé que nuestro matrimonio había terminado. Y con todo derecho debería haberlo hecho... pero un día llegó a casa y la mirada de nuestras hijas era de lujuria.


Me guio silenciosamente hasta el sofá y se desnudó hasta las medias. Para mi vergüenza, se me puso dura al verla. Allí, ante mí, yacía mi niña, ya crecida. Se parecía a mi mujer cuando nos conocimos, pero mucho más sexy.


Sus pechos eran perfectos, su cuerpo mucho más firme, su vello púbico perfectamente recortado y su coño brillaba de lujuria.


"Vamos a hacer que esto funcione, aunque tenga que ser en secreto porque este cuerpo está más cachondo de lo que nunca creí posible y sigo pensando que eres sexy y que el cielo me ayude si no me empapo cada vez que pienso en lo equivocado que está esto". Y lo pienso mucho".


No necesité más explicaciones, mientras deslizaba mi polla en un coño exponencialmente más apretado que el de mi mujer. Ella me sonrió mientras me metía ansiosamente en un cuerpo que compartía la mitad de su ADN conmigo. "Está tomando la píldora, ¿verdad?" Le pregunté. "No, pero yo sí". Contestó mientras yo bombeaba dentro de ella.



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